Control de población
Murray N. Rothbard *
AUBURN, ALABAMA (AIPE)
La mayoría de la gente muestra una saludable falta de interés en los interminables ciclos de conferencias de las Naciones Unidas, considerándolas de utilidad sólo para mantener ocupados a una creciente burocracia internacional y a sus bien remunerados asesores. Eso es así, pero es peligroso subestimar la malicia de las actividades de la ONU. Escondidas tras tantas necedades está el objetivo permanente de crear un gobierno despótico mundial, formado por burócratas arrogantes y sin rostros que no le dan cuentas a nadie. Se trata del viejo deseo colectivista de controlar la humanidad.
La más reciente manifestación fue la Conferencia de EI Cairo sobre Población, seguida el año que viene por la Conferencia de la Mujer. La propaganda de la ONU utiliza una de esas sentencias obvias y estúpidas: "Mejorar el nivel de la vida de la mujer hará que mejore el nivel de vida de todos". Pero el mal de fondo y el engaño de la Conferencia sobre Población se perdió de vista en medio de la controversia sobre el aborto. Pocos examinaron críticamente las premisas básicas de la conferencia, la falaz proposición de que la causa fundamental de la pobreza en todo el mundo y especialmente en los países subdesarrollados es la sobrepoblación.
La solución de la ONU es lo que con eufemismo llama "control de población", lo cual es en realidad el uso de la fuerza gubernamental para incentivar u obligar a la gente a tener menos hijos. Como generalmente se refieren a poblaciones de color, sólo la acusación de racismo ha logrado hasta ahora frenar las ambiciones de los controladores fanáticos.
Cuando se puso de moda controlar la población y emergieron grupos como el de Cero Crecimiento, se pretendía eliminar el crecimiento de la población en todas partes, incluyendo Estados Unidos. Entonces se lanzaron variadas y fatuas estimaciones sobre la fecha en que la gente no cabría de pie en la Tierra. La cumbre de la histeria se alcanzó por los años 70, pero rápidamente se esfumó, cuando el censo demostró que el crecimiento poblacional era cada vez más lento.
Poco después esos mismos alarmistas comenzaron a denunciar que un crecimiento vegetativo más lento significaba que la población sería cada vez de más edad y preguntaban que quién iba a sostener a tantos viejos que ya no trabajaban. Entonces aparecieron los defensores de la nueva doctrina sobre la muerte temprana y "digna".
El objetivo del movimiento Cero Crecimiento era la imposición de un máximo legal de dos hijos por mujer y de no cumplirse se procedería a la esterilización obligatoria o al aborto. Los comunistas chinos fueron más lejos, decretando un solo hijo por mujer. Mientras que los controles de población se han dado por vencidos en los países avanzados, están empeñados en alcanzar sus macabros propósitos en el Tercer Mundo. Claro que si uno observa la vida en esos países se nota hambre y pobreza. Pero es una falacia elemental atribuirlo a la densidad de población. Por el contrario, la población crece cuando aumenta la demanda de mano de obra y entonces mejora el nivel de vida. Una población creciente generalmente indica mayor prosperidad y desarrollo económico.
Hong Kong, por ejemplo, tiene una de las mayores densidades del mundo y el nivel de vida allí es mucho más alto que en el resto de Asia, incluyendo la despoblada provincia china de Sinkiang.
Europa occidental tiene una alta densidad, mientras que el Africa está despoblada porque el nivel de inversión de capital es tan bajo que no puede mantener a mucha gente. Roma tenía una inmensa población en la cúspide de su imperio y se redujo con su caída. El Tercer Mundo no sufre de excesiva población sino de un inadecuado crecimiento económico debido al irrespeto generalizado a los derechos de propiedad, al exceso de regulaciones y controles de los gobiernos, y al flujo de ayuda externa que perjudica a la inversión privada. El resultado es insuficiencia de ahorro, inversión, habilidad empresarial y de oportunidades de mercado. Más que controles de la ONU y del gobierno nacional, lo que necesita la gente es que la dejen en paz. Pero, claro está, libertad económica es exactamente lo que las burocracias nacionales e internacionales no están dispuestos a ofrecer.
* Economista del Ludwig von Mises Institute
EL UNIVERSAL, 20 DE NOVIEMBRE DE 1994
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