martes, julio 26, 2005

Juan Bautista Alberdi en una franela

En Desde el Exilio leo un artículo de Álvaro Vargas Llosa que recomiendo íntegro, pero del cual voy a citar los últimos párrafos, que revelan dos maneras de ver (y hacer) el mundo:

En las últimas décadas del siglo diecinueve, Argentina tenía la segunda tasa de crecimiento más grande del mundo. Hacia la década de 1890, el ingreso real de los trabajadores argentinos era superior al de los trabajadores suizos, alemanes, y franceses. Para 1928, ese país ocupaba el duodécimo lugar en el mundo en cuanto a su PBI per capita. Ese logro, que las siguientes generaciones arruinarían, se debió en gran medida a Juan Bautista Alberdi.

Al igual que Guevara, a Alberdi le gustaba viajar: caminó a través de las pampas y de los desiertos de norte a sur a los catorce años de edad, rumbo a Buenos Aires. Como Guevara, Alberdi se oponía a un tirano, Juan Manuel Rosas. Igual que Guevara, Alberdi tuvo la oportunidad de influir sobre un líder revolucionario en el poder—Justo José de Urquiza, quien derrocó a Rosas en 1852. Como Guevara, Alberdi representó al nuevo gobierno en giras mundiales, y murió en el exterior. Pero a diferencia del viejo y nuevo predilecto de la izquierda, Alberdi nunca mató una mosca. Su libro, Bases y puntos de partida para la organización de la República Argentina, fue la base de la Constitución de 1853 que limitó el Estado, abrió el comercio, alentó la inmigración y aseguró los derechos de propiedad, inaugurando de ese modo un periodo de setenta años de asombrosa prosperidad. No se entremetió en los asuntos de otras naciones, oponiéndose a la guerra de su país contra Paraguay. Su semblante no adorna el abdomen de Mike Tyson.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Parece una falibilidad tipicamente humana mas que un particular nuestro,

Nadie conoce a los tipos que llevan gobiernos exitosos, a los que imperan en los tiempos de paz, a los que llevan a su pais a la prosperidad. Pidele a alguien que nombre a los arquitectos del Mercado Comun Europeo. O el nombre de los gobernantes de Japon entre 1871 y 1930. O de los presidentes de paises prosperos que no se meten en guerras.

Pero esos fracasos clamorosos y glamorosos, esos espectaculos de ninguna sustancia y mucha palabra, los tenemos hasta en la sopa...

Poner la torta te hace famoso.

Como decia Tolkien en el Hobbit, los tiempos agradables y sin eventos, la tranquilidad se pueden contar en un par de lineas y se olvidan en un par de semanas. Son las cosas desagradables, horripilantes y angustiosas, las que hacen historias para contar.

Los seres humanos en conjunto no estamos hechos para ser racionales, ni justos.

Julio dijo...

Segunda vez que me consigo con Lorenzo Albano en un blog y solo puedo decir que, otra vez, no lo hubiese podido decir mejor.

Me gusto mucho el artículo, no sabia del personaje, pero ya no lo olvidare

BlogBis dijo...

Juan Bautista Alberdi es una figura inmensa en la historia argentina (en la verdadera, no en la de los libros) como lo es también Justo José de Urquiza, que presidió la Confederación, cuando Buenos Aires se escindió del rsto de las provincias (1852/1861), de quien Alberdi fue su Embajador en Europa.
Curiosamente, a pesar que muchos liberales argentinos lo reverencian por su rol en la construcción de la Constitución casi ninguno hace referencia a su visión de la organización política efectiva del país, la cual se tergiversó, y en cierta forma dió pie a la decadencia asintótica que vive el país desde al menos 1930