lunes, enero 29, 2007

Cuando no se estorba la iniciativa privada

Ese punto despertó el interés de los agentes de bolsa.

-Un momento -dijo uno de ellos, alzando de pronto la vista-. ¿Cómo permitía ganar dinero la construcción de un pueblo?

Kate sonrió.

-Economía del siglo XIV -respondió-. La mecánica era la siguiente. Supongamos que eres un noble con muchas tierras. La Francia del siglo XIV está cubierta en su mayor parte de bosques, lo cual significa que tus tierras son en su mayor parte bosques, habitados por lobos. Quizá tienes algunas parcelas dispersas arrendadas a campesinos, que generan unas exiguas rentas. Pero eso no sirve para enriquecerse. Y como eres un noble, vives siempre con una apremiante necesidad de dinero para combatir en las guerras y para organizar banquetes con la prodigalidad que se espera de ti.
»¿Qué puedes hacer, pues, para aumentar las rentas de la tierra? Construir un pueblo. Y para que la gente se establezca en tu nuevo pueblo, ofreces exenciones de impuestos y libertades especiales, declaradas formalmente en los estatutos del pueblo. En esencia, eximes a los habitantes de las obligaciones feudales.

-¿Por qué ofreces esas exenciones? -preguntó uno de los agentes de bolsa.

-Porque así pronto tendrás mercaderes y mercados en el pueblo, y los tributos y derechos devengados serán mucho mayores. Cobras por todo. Por el uso del camino que lleva al pueblo. Por cruzar las puertas del pueblo. Por instalar un puesto en el mercado. Por el coste de la milicia encargada de mantener el orden. Por proporcionar prestamistas al mercado.

-No está mal -comentó uno de los hombres.

-No está nada mal. Y además te embolsas un porcentaje de todo lo que se vende en el mercado.

-¿En serio? ¿Qué porcentaje?

-Eso dependía del pueblo y de la clase de mercancía. En general, entre un uno y un cinco por ciento. Por tanto, el mercado es la verdadera razón de ser del pueblo. Se ve claramente en la disposición del pueblo. Fijaos en la iglesia -dijo Kate, señalando a un lado-. En siglos anteriores la iglesia estaba siempre en el centro. La gente iba a misa al menos una vez al día. La vida giraba en torno a la iglesia. Pero aquí, en Domine, la iglesia ha quedado desplazada. Ahora el centro del pueblo es el mercado.

-¿Todo el dinero sale del mercado, pues?

-No todo, porque una plaza fuerte ofrece protección a la zona circundante, lo cual implica que los campesinos deforestarán las tierras cercanas y labrarán los campos. De ese modo aumentan también tus rentas agrarias. En conjunto, un nuevo pueblo era una inversión bastante fiable, y por eso se construyeron tantos pueblos como éste.


Michael Crichton, Rescate en el Tiempo.



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